Fuente: Revista CONVERGENCIA M° 48 (5-12-2012)
EDITORIAL

Estamos al final de un año donde la crisis del mundo desarrollado finalmente se ha hecho sentir seriamente en nuestro país provocando una desaceleración del crecimiento, la persistencia de una inflación producto del abuso de la posición dominante en el mercado de los sectores más concentrados y un leve aumento de la desocupación del orden del 0,5% que se ha deslizado en su mayor parte hacia la subocupación. El gobierno ha resistido las fuertes presiones del establishment nacional e internacional para aplicar medidas de ajuste que hubieran afectado al nivel de salarios y el empleo; por el contrario homologó paritarias que significaron equiparar, y en algunos casos superar, la inflación real –no la del INDEC-. Tampoco transitó el camino de una devaluación, sino que continuó con el tipo de cambio administrado agregándole desde fines del año pasado, un estricto control en la venta de dólares lo que le permitió mantener el nivel de reservas necesarias para las importaciones imprescindibles para la marcha de la economía y el pago de los compromisos de la deuda, como el que tendrá lugar el 15 de diciembre una vez superado el obstáculo que significó el descabellado fallo del juez Griesa de Nueva York.
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