Fuente: Página 12 (12-10-2016)
Llega a la pintura casi por una vía regia, desde sus orígenes, su vida familiar, su formación religiosa y cultural. Si bien es el artista más reacio a suponer que ese era un camino dado de antemano, trazado sin dificultades, adivinado. Aunque fuese aquél en quien su infancia y sus impregnaciones bíblicas, y las del folklore ruso (tan poderoso, de tanta influencia sobre la vanguardia eslava y los estudiosos del lenguaje), engendrarían todos los mitos, esos hombres voladores, esas mujeres mágicas, angélicas, esos violinistas sobre los tejados, esos animales mansos, coloridos, inocentes. Su misma pintura es familiar, en un sentido fiel del término.
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