Fuente: La Nación (17-08-2015)
Trucha, boga y dorado. El cartelito dice "trucha, boga y dorado" y ahí estoy yo en la pescadería pidiendo por favor que, junto con la merluza y el abadejo que acabo de comprar, me envuelvan también esa especie de minitorta cuadrada, que nada tiene que ver con las redondeadas porciones del guefilte fish hervido de mi vieja, pero que sé, y me convenzo gracias a mi deseo, que va a tener un gusto parecido a aquello que comí en cada celebración judía durante toda mi vida, o, al menos, en lo que fue mi vida mientras ella lo cocinaba.Pido también un poco de jrein, el aderezo de rábano picante que va a servir para acentuar la memoria de una receta perfecta en su combinación y en la certeza de mi identidad; una receta que podría, perfectamente, incorporarse como dato clave de mi DNI de argentina y judía, todo al mismo tiempo, sin privilegios de una u otra condición y más allá de que a algunos les pueda parecer un rapto de cipayismo, afán de traición o escaso amor por la patria.
Leer más...