Fuente: La Razón, Madrid    (19-01-2017)
Se cumplen 75 años de la Conferencia de Wannsee, la hoja de ruta del Holocausto nazi
Sólo un grupo de estudiantes extranjeros repara y aguarda frente a la verja que da acceso a la antigua mansión que todavÃa se erige al final de la Am Grossen Wannsee. La calle que se bifurca en la Königstrasse serpentea en ligero descendente hasta el lago y la mirada de los viandantes y de los ciclistas se pierde entre los lujosos chalés que se levantan a las orillas pero, sobre todo, en la frondosidad del bosque que linda con el paseo.
Casi todos los que bajan hasta aquà lo hacen para comer en el restaurante Haus Sanssouci o disfrutar del idÃlico paraje. Casi nadie se detiene ante la verja. No obstante, un guÃa abre a diario la pesada reja y acompaña a los pocos curiosos a través de un cuidado jardÃn hasta el edificio construido por Paul Baumgarten en 1915. El lago solo queda a unos metros y la voluptuosidad de la floresta que cerca la señorial mansión confiere al entorno de una atmósfera idÃlica que sin embargo es engañosa. En este lugar se gestó unos de los mayores crÃmenes contra la humanidad.
Un mero trámite
El 20 de enero de 1942, hace hoy 75 años, quince funcionarios de alto rango del gobierno alemán y del partido nazi se reunieron aquà para debatir la instrumentación de la deportación y el asesinato planificado de los judÃos en Europa. Para burocratizar el homicidio y guionizar el Holocausto. Fue un martes por la mañana y el encuentro, que apenas duró hora y media, continuó con un distendido desayuno entre los asistentes. Hoy las fotos de todos ellos cuelgan en las paredes de la sala donde se firmó semejante atrocidad. Los nombres no dicen mucho a los visitantes. Muchos se ven jóvenes, la mayorÃa con estudios pero todos, sin faltar uno, tremendamente ambiciosos. Reinhard Heydrich, segundo en el mando después del jefe de las SS Heinrich Himmler y director de la Oficina de Seguridad Principal del Reich, celebró la reunión con el fin de hacer participar a miembros fundamentales de la burocracia ministerial alemana, incluidos los Ministerios de Asuntos Exteriores y Justicia, cuya colaboración era necesaria para implementar las medidas de exterminio. La «solución final» fue el nombre que utilizaron los nazis para la destrucción deliberada y cuidadosamente planeada del judaÃsmo de Europa.
La Conferencia de Wannsee, como pasó a denominarse esta reunión, determinó que la manera en que la decisión de Hitler de resolver el «problema judÃo» a través del asesinato masivo debÃa transmitirse a los ministerios y las burocracias adecuados. Los invitados a la conferencia no deliberaron si dicho plan debÃa ejecutarse o no; solamente trataron la puesta en marcha de una decisión que ya se habÃa tomado. En el momento de la Conferencia de Wannsee, la mayorÃa de los participantes ya sabÃan que el régimen nacionalsocialista se habÃa embarcado en el asesinato masivo de los judÃos. De hecho, medio millón de judÃos, entre ellos muchas mujeres y niños, ya habÃan sido asesinados antes de esta reunión, la mayorÃa a manos de comandos de fusilamiento pero con todo, ninguno de los funcionarios presentes en la reunión se opuso a la polÃtica anunciada por Heydrich.
Un «tratamiento»
Entre las quince personas que participaron, el nombre más conocido hoy tal vez sea el de Adolf Eichmann, que fue condenado a muerte en Jerusalén en 1961 y ejecutado un año después, tras ser sometido a un espectacular juicio. Eichmann, que vivió en Argentina bajo el nombre falso de Ricardo Clement, fue el encargado de redactar el acta de la Conferencia de Wannsee, en la que queda claro que el propósito no era otro que el del exterminio definitivo de los judÃos europeos. La idea era deportar a los judÃos a regiones del este donde, dice el acta, trabajaran en la construcción de carreteras «en grandes grupos» con lo que «sin duda alguna una buena parte caerá por desgaste natural». Los supervivientes, continúa el acta, deberÃan ser sometidos a un «tratamiento adecuado» ya que serÃan los más resistentes y podrÃan constituir «el germen de su resurgimiento del judaÃsmo». El «tratamiento adecuado» terminó siendo las cámaras de gas de los campos de exterminio, combinadas con fusilamientos masivos y otras fórmulas de masacre. La población que debÃa ser sometida a todo ello ascendÃa, según el informe, a once millones de personas. Como consecuencia de esta conferencia, todo el aparato de Estado alemán se convirtió en cómplice pasivo y activo del genocidio de los judÃos, de los que, alrededor de seis millones de personas serÃan sus vÃctimas. El continente debÃa ser «peinado del oeste al este» y los «judÃos evacuados» llevados a «guetos de paso». El acta de la Conferencia de Wannsee es considerada como una de las pruebas claves de que el Holocausto fue planificado y no un efecto secundario de la guerra. De los 30 ejemplares originales de la misma sólo uno sobrevivió a la guerra, que fue usado en los juicios de Nuremberg por la fiscalÃa, asà como en el juicio contra Eichmann en Jerusalén. No obstante, entre los historiadores hay consenso en que la decisión de buscar el exterminio total de los judÃos europeos no se tomó en esa conferencia sino antes, a más tardar en junio de 1941, cuando se inició la invasión de la Unión Soviética. Los planes se aceleraron con la llegada del invierno, cuando quedó claro que la invasión no iba a tener un éxito rápido. «Con respecto a la cuestión judÃa, el Führer está decidido a hacer tabula rasa», escribió en diciembre en su diario el ministro de Propaganda nazi, Josef Goebbels, tras una reunión de los máximos jerarcas nazis convocada por Hitler.
Plan maestro
Ya antes, Heydrich habÃa recibido el encargo de Göring para diseñar un plan maestro para la evacuación y el exterminio de los judÃos, el que discutió en Wannsse con funcionarios de los ministerios claves muchos de ellos secretarios de Estado. La mayorÃa de los participantes en la reunión no sobrevivieron a la guerra. AsÃ, por ejemplo, Heydrich murió en 1942, como consecuencia de las heridas de un atentado perpetrado por la resistencia checa. La Conferencia de Wannsee, como tal, nunca fue judicializada. Los participantes en la misma que fueron condenados, como Eichmann u Otto Hoffmann, lo fueron por otros crÃmenes de guerra. Para conmemorar ese aniversario, la casa donde se celebró la reunión acoge hoy diversos actos a los que asistirá el alcalde de BerlÃn, Michael Müller, y el presidente del Parlamento, Norbert Lammert. «Cada vez es más importante que haya lugares del recuerdo como la Casa de Wannsee, para que las nuevas generaciones entiendan a dónde llevan el nacionalismo y el racismo», subrayó Müller en un comunicado, en el que recordó la progresiva desaparición de testigos directos del nazismo y el Holocausto. Mañana la verja que da acceso a la mansión volverá a abrirse; aunque esta vez para recibir de nuevo a un pequeño grupo de curiosos interesados en conocer la trágica historia que se esconde tras este idÃlico paraje junto al lago Wannsee.